dijous, 27 d’abril del 2017

Saberes telúricos

Una casa abandonada en Kolmanskop, Namíbia. La foto es de Álvaro Sánchez Montañés
Reseña del libro  La tierra. Mitos, ritos y realidades. Anthropos, Diputación Provincial de Granada. Barcelona/Granada, 1992, publicada en Babelia, suplemento de libros de El Pais, el 30 de enero de 1993.

SABERES TELÚRICOS
Manuel Delgado

Que la historia y la antropología son disciplinas que no sólo se complementan sino que se necesitan es algo que, a base de hacer audibles sus diálogos, conviene hacer inequívoco de vez en cuando. En esta dirección de dar a conocer episodios del viejo romance entre estudioso de lo sucedido e inspectores de estructuras acaba de aparecer la compilación que cuidaron de hacer José A. González Alcantud y Manuel González de Molina de lo más destacado de la reunión que, bajo el epígrafe aquí respetado de La tierra, convocó a investigadores de varios países en Granada en abril de 1991.

Lo que en esta obra se nos muestra, a partir de ejemplos extraídos de tradiciones culturales a veces remotas una de las otras, es ese doble valor del suelo en tanto que recurso a la vez económico y metafórico, objeto de propiedad y depredación no menos que del pensamiento. Para ilustrar tal pluralidad de usos se nos invita a un recorrido por distintas estatuaciones de lo telúrico, de la mono de escrutamientos que se mueven siempre a caballo entre el desvelamiento de racionalidades económicas ocultas y primeros pasos en la construcción de una geosemántica. Transitamos así a través de la jerarquía de valores de los akan de Costa de Marfil, los mitos de fundación y los códigos jurídicos mesopotámicos, la ideología peronista, las reformas de Agias y Cleómenes en la Esparta del siglo III antes de Cristo o la lucha por la supervivencia identitaria de los purépechas del México actual, sin olvidar un paseo por la relación de lo ctónico con el orden del tiempo entre los quechuas o por la historia cultural de los terremotos en Andalucía.

Hay algunas aportaciones que quizá merezcan una mención especial. Por ejemplo, el desarrollo de Raúl Iturra a propósito del continuo tierra-trabajo-memoria. O lo que nos cuenta Mercedes Vilanova –que tanto está haciendo por desatascar los malentendidos entre etnólogos y contemporaneistas- acerca de la ideologización de la tierra en el marco de las colectivizaciones impulsadas por la CNT durante la guerra civil. O acaso el desenmascaramiento que del informe Brundtland, relativo a la supuesta compatibilidad entre respeto al medio ecológico y crecimiento económico, formula Joan Martínez Alier, un catedrático de economía cuya detención en Barcelona el pasado 12 de octubre constituyó una de las simpáticas contribuciones de las fuerzas del orden público a los fastos del V Centenario.

Dos últimas llamadas de atención en este repaso intercultural a las manera como los humanos venimos salando la tierra, por emplear la imagen bíblica: las aproximaciones a una semántica del paisaje y del espacio, a cargo, respectivamente, de José A. Fernández de la Rota –recuérdese su Antropología de un viejo paisaje gallego (Siglo XXI / CIS, 1984)- y José Luis García. Y con respecto a este último: ¿hasta cuándo permanecerá desaparecido de las librerías su fundamental Antropología del territorio?

Aplaudir la aparición de esta novedad es hacer lo propio también con las instancias que la han hecho posible. Por un lado, el Centro de Investigaciones Etnológicas Ángel Ganivet, uno de los factores que están haciendo de Granada un nada periférico núcleo de producción intelectual. Por el otro, la línea de antropología que dirige para Anthropos María Jesús Buxó. Por cierto: atención a lo ultimísimo de la colección, La ciudad ritual, de Antonio Ariño, un insólito –por profundo- análisis de ese colosal dispositivo festivo que son las Fallas valencianas.


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